Hoy te comparto esta sección de la próxima revista que tendremos para ti, SOY UNA MAQUINA DE AMOR
Te comparto la carta a mi madre.
Recuerdo cuando comencé a escribirla: me tomó meses. Había tantas emociones encontradas que no lograba entender de dónde venían. ¿Por qué me sentía así, si yo ya había aceptado que mi madre tenía que trascender?
En mi mente, estaba en paz… pero mi cuerpo era adicto a su presencia, y no encontraba consuelo ni razón. Había una ausencia que dolía más allá de las palabras, como si cada célula la buscara.
Recuerdo cuando comencé a escribirla: me tomó meses. Había tantas emociones encontradas que no lograba entender de dónde venían. ¿Por qué me sentía así, si yo ya había aceptado que mi madre tenía que trascender?
En mi mente, estaba en paz… pero mi cuerpo era adicto a su presencia, y no encontraba consuelo ni razón. Había una ausencia que dolía más allá de las palabras, como si cada célula la buscara.
Mamá
Te he llorado en silencio y a gritos,
te he buscado en mis recuerdos, en los aromas, en el cielo,
y poco a poco empiezo a entender
que no estás ausente: estás distinta.
Estás en mi manera de amar,
en mi forma de abrazar,
en lo que valoro y en lo que callo.
Estás en mi cuerpo que aún te recuerda
y en mi alma que poco a poco te transforma en fuerza.
Gracias por habitarme tanto,
por sembrarte en mí con tanta intensidad
que el dolor de tu partida solo habla de lo mucho que fuimos.
Hoy no te suelto, pero sí te dejo libre.
Hoy no te olvido, pero sí te suelto del dolor.
Te amo con cada parte de mi historia.
Aquí sigo, y tú conmigo.