Mi mente no calla
Episodio: El ruido que no me deja
Hoy amanecí con la cabeza pesada, no por falta de sueño, sino por exceso de pensamiento.
Hay días en los que mi mente parece un cuarto lleno de televisores encendidos al mismo tiempo. Cada uno grita una historia distinta, una preocupación diferente, una idea que quiere nacer y todas exigen atención.
Hoy, entre ese caos, hay un ruido que no puedo bajar: el pensamiento insistente sobre los adolescentes que defienden drogarse como si fuera un derecho, como si fuera una medalla.
Mi mente no calla porque desde hace tiempo observo algo que me inquieta profundamente: jóvenes que se sienten tan vacíos, tan cansados, tan sin rumbo, que defienden lo que los lastima.
Y mi mente, en ese ruido, trabaja sin parar, revisa escenas, busca palabras mágicas, intenta construir un puente que les llegue al corazón, no a la autoridad, porque prohibir no cambia nada, amenazar tampoco, gritar mucho menos.
Mi mente no calla, porque lo he visto, lo he vivido, que esos caminos brillan al inicio, pero más adelante se vuelven monstruosos.
Los veo defendiendo el cigarro, la pastilla, el porro, como si fuera algo que se ganaron.
Lo dicen con fuerza, pero sus ojos, sus ojos siempre cuentan otra historia, una historia de hambre emocional, de soledad, de sentirse inferiores, de llenar huecos urgentes, una historia que nadie les enseñó a nombrar.
Y cada vez que mi mente se llena de este ruido, vuelvo a la misma pregunta:
¿Cómo despertar conciencia en quien cree que no necesita despertarla?
Ahí es donde se atormenta el pensamiento, donde el ruido se hace más fuerte, donde mi corazón quisiera tener palabras que funcionen como varita mágica
Sino para decirles: Ya vi ese camino, cansa, destruye y te roba cosas que jamás imaginaste, regresar es posible, pero duele, y tú no mereces ese dolor.
Mi mente no calla porque quiere protegerlos, aun sabiendo que cada uno tiene que elegir su propio despertar.
Y entre tanto ruido, algo se aclara:
